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Las enseñanzas del Tao Te Ching o «Libro del Sendero», atribuido a Lao Tse (ca. s. V a. C.), pertenecen al amplio acervo de las sabidurías orientales antiguas. La espléndida versión del poeta, traductor y estudioso practicante del zen Stephen Mitchell que aquí se ofrece está regida por la intención de traducir, más que las palabras de la obra fundacional del taoísmo, su idea. La complementariedad de los opuestos, el equilibrio, la obtención de la plenitud mediante el desapego, la entrega al Tao, o absoluto, mediante el abandono de todo concepto, juicio y deseo, son algunas de sus líneas maestras, pero principalmente lo es la no-acción, que, lejos de la pasividad, apunta a la conversión del individuo en canalizador de la energía universal. En estos tiempos febriles en que mente y voluntad se privilegian en aras de la dudosa efectividad de un «siempre más» tras el que acaso se esconde una ciega huida hacia delante, quizá sea oportuno abrir este libro por cualquier página y procurar, con el espíritu abierto, no-leerlo y dejarse impregnar por su poderosa serenidad.
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Portada de Tao Te Ching, de Lao-Tsé
Tao Te Ching
es con mucho la obra literaria más traducida del chino y tuvo una enorme influencia en el pensamiento y la cultura orientales, incluyendo otras escuelas como el legalismo y el neoconfucianismo. El libro, que cuenta con tan sólo unos 5.000 caracteres, se cree que fue redactado hacia el siglo
a. C. No obstante, los fragmentos más antiguos conservados datan del siglo
a. C., y no existen versiones completas anteriores a mediados del siglo
a. C. En realidad, el libro parece ser una antología que recoge antiguas enseñanzas, aunque la coherencia de su estilo sugiere que es obra de un único autor. La mayor parte está compuesta por rimas y puede ser leída como un largo poema filosófico. Enseña que «el camino»
(dào)
del mundo se realiza con mayor aprovechamiento abandonando las categorías y los valores en favor de la percepción espontánea. El sabio busca la «no acción»
(wu wei)
para amoldarse a la naturaleza, auténtica meta del hombre.
Lao-Tsé
Lao-Tsé no fundó ninguna escuela. No sintió el deseoni la necesidad de hacerlo, porque no tenía la intención de difundir unadoctrina. Vislumbró las grandes conexiones universales, y vertiódificultosam
Honoré de Balzac
«¡Qué destino! [el del coronel Chabert]. Salido del hospicio de niños, vuelve a morir al hospicio de ancianos, después de haber ayudado en el intervalo a Napoleón a conquistar Egipto y Europa. ¿Sabe u
Fiódor Dostoyevski
Publicada en 1846, EL DOBLE constituye un caso sumamente representativo de esa clase de creaciones que, adelantadas a su tiempo, acaban siendo consagradas por la posteridad. En efecto, si en el moment
Goethe
¿Es posible —nosotros nos preguntamos— que se pueda pedir más de Goethe, después de todo lo que dio? Con Weimar o sin Weimar, pensamos que nada más podría habernos dado. El hecho de que ahora se llore
Franz Kafka
Contemplación (Betrachtung en el original alemán), traducida también como Meditaciones o Percepciones, fue la primera obra publicada por Franz Kafka, a finales de 1912. En esta colección de dieciocho