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Don Diego Hurtado de Mendoza es una de las figuras más interesantes del Renacimiento español. Renacentista en su vida, renacentista, aunque no petrarquista, en casi toda su obra, de transición al barroco en la obra que publicamos, Don Diego ocupa, sin embargo, un lugar de segundo plano en la apreciación y en la curiosidad de los lectores y de los especialistas. (...)La Guerra de Granada está escrita por un gran señor que siente la responsabilidad de decir lo que ha visto y que da cuenta de la importancia humana e histórica de los acontecimientos; cuyo propósito es más el ensayo que la historia en sí; que, por otra parte, está vinculado a los sucesos porque su familia es la responsable de lo que está sucediendo, por lo menos, en mucho, y que entiende debe deslindar cargos y deberes y conducta.
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Guerra de Granada de Diego Hurtado de Mendoza
La "Guerra de Granada" es un libro escrito por Diego Hurtado de Mendoza en el siglo XVI, y su título en español es "La Guerra de Granada".
La obra es una crónica detallada de la Guerra de Granada, que fue librada entre 1482 y 1492 entre las fuerzas cristianas y las fuerzas musulmanas en el reino de Granada, que entonces era un estado independiente en el sur de España. El libro es una fuente valiosa de información sobre la historia de la península ibérica en el siglo XV y ofrece una visión fascinante de la cultura y la sociedad de la época.
Entrose Poqueira, lugar tan fuerte, que con poca resistencia se defendiera contra mucho mayores fuerzas. Los moros, confiándose del sitio, le habían escogido por depósito de sus riquezas, de su mujeres, hijos, y vituallas: todo se dio a saco; los soldados ganaron cantidad de oro, ropa, esclavos, la vitualla se aprovechó cuanto pudo; mas la priesa de caminar en seguimiento de los enemigos, porque en ninguna parte se afirmasen, y la falta de bagajes en que la cargar y gente con que aseguralla, fue causa de quemar la mayor parte, porque ellos no se aprovechasen. Partió el Marqués el día siguiente de Poqueira, y vino a Pitres, donde se detuvo curando los heridos, dando cobro a muchos captivos cristianos que libertó, ordenando las escoltas, y tomando lengua. Alcanzáronle en este lugar dos compañías de caballos de Córdoba y una de infantería: en él tuvo nueva como Aben Humeya con mayor número de gente le esperaba en el puerto que llaman de Jubiles, lugar, a su parecer dellos, donde era imposible pasar sin pérdida. Mas queriendo los enemigos tentar primero la fortuna de la guerra, saltearon nuestro alojamiento con cinco banderas, en que había ochocientos hombres: el día siguiente a medio día, aprovechándose de la niebla y de la hora del comer, acometieron por tres partes, y porfiaron de manera, hasta que llegaron a los cuerpos de guardia peleando; pero en ellos fueron resistidos con pérdida de gente y dos banderas: hubo algunos heridos de los nuestros. Sosegada y refrescada la gente, dejando los heridos y embarazos con buena guardia, partió el Marqués ahorrado contra Aben Humeya; y por descuidarle escogió el camino áspero de Trévelez por la cumbre de la sierra de Poqueira, donde algunos moros desmandados desasosegaron nuestra retaguardia sin daño. Pasose aquella noche fuera de Trévelez sobre la nieve, con poco aparejo y frío demasiado. Había venido a Pitres un mensajero de Zaguer que decían Aben Jahuar, tío y general de Aben Humeya a pedir apuntamientos de paz; pero llevándole el Marqués consigo le respondió «que brevemente pensaba dalle la respuesta, como convenía al servicio de Dios y del Rey». Dícese que ya el Zaguer andaba recatado de que Aben Humeya le buscase la muerte; y continuando su camino para Jubiles con una compañía más de infantería y otra de caballos de Écija, cuyo capitán era Tello de Aguilar, llegó a vista de Jubiles donde salió un [81] cristiano viejo con tres moros a entregalle el castillo.
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