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En El Político, asistimos a una discusión entre Sócrates, el matemático Teodoro, otro estudiante llamado también Sócrates (al que se le nombra como «Joven Sócrates»), y un filósofo desconocido que expone las ideas del político. Este filósofo es un extranjero proveniente de Elea al que en distintas versiones se conoce como «el visitante». El diálogo muestra que los políticos deben estar gobernados por este conocimiento o gnosis. Este llamado está dirigido contra aquellos que, en opinión del visitante, gobiernan en Grecia en esa época: aquellos que dan la apariencia de poseer ese conocimiento, pero en realidad sólo son sofistas o imitadores. El texto en sí es continuación del diálogo El Sofista, que presenta una conversación entre Sócrates, Teeteto y el visitante.
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El politico de Platon
SÓCRATES EL JOVEN. -¿Cómo y por qué?
EXTRANJERO. -Porque es tal la naturaleza del carácter fuerte y enérgico, que, lleno de vigor en un principio, si se reproduce sin mezcla durante muchas generaciones, concluye por dejarse arrastrar a verdaderos accesos de furor.
SÓCRATES EL JOVEN. -Es muy probable.
EXTRANJERO. -De otro lado, el alma que se deja llevar de un pudor excesivo, que no se asocia a una audacia varonil, y que se reproduce así durante muchas generaciones, se hace más débil que lo que es de razón, y concluye por caer en un completo desfallecimiento.
SÓCRATES EL JOVEN. -También es probable que así suceda. He aquí por qué lazos, diría yo, que no es difícil ligar estas dos especies de hombres, siempre que sus naturalezas tengan una misma opinión sobre lo bello y sobre el bien. Porque esta es la única tarea, y al mismo tiempo toda la tarea del tejedor real; no permitir jamás que el carácter prudente se divorcie del carácter fuerte y enérgico; unirlos mediante la comunidad de sentimientos, honores, penas, opiniones, así como por un cambio de uniones y compromisos; componer un tejido suave y sólido según hemos dicho; y confiar a todos en común los diferentes poderes en el Estado.
SÓCRATES EL JOVEN. -¿Cómo?
EXTRANJERO. -Donde se requiera un solo jefe, escogiendo un hombre que reúna en su persona estos dos caracteres; y donde se requieran muchos, mezclándolos por partes iguales. Los jefes moderados tienen, en efecto, costumbres prudentes, justas y conservadoras, pero carecen de energía y de la audacia que reclama la acción.
SÓCRATES EL JOVEN. -Todo eso me parece muy exacto.
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