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En esta pequeña obra maestra, escrita en julio de 1900 y que constituye uno de los primeros monólogos interiores de la literatura europea, Arthur Schnitzler experimenta con la narración de un flujo de consciencia, el del teniente Gustl, que ve cómo un acto banal puede a llegar a complicarle la vida: en cuestión de segundos, pasará de ser mero espectador de un concierto a temeroso contendiente en un duelo de honor. Este trepidante relato, que ocasionó no poco revuelo en el momento de su aparición, concentra en su verdad lo mejor de ese estilo punzante, regio y expresionista tan propio del escritor vienés.
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El teniente Gustl de Arthur Schnitzler
La siposis del libro en español es la siguiente:
"El teniente Gustl" es una novela escrita por Arthur Schnitzler y publicada originalmente en alemán en 1900 con el título "Leutnant Gustl". La obra es considerada una de las más importantes de la literatura austriaca del siglo XIX y XX, y se caracteriza por su estilo realista y su exploración de temas como la sociedad austriaca de la época, la moralidad y la sexualidad.
La trama sigue a un joven oficial del ejército llamado Gustl, quien se enamora de una mujer llamada Rosalie, pero su relación es complicada por la sociedad y la cultura en la que viven. La novela explora temas como la identidad, la sexualidad, la moralidad y la sociedad austriaca de la época, y es considerada una obra maestra de la literatura moderna.
Dios mío, no debo permitir que se me note. quiero gritar. quiero reír. quiero darle un beso a Rudolf. ¡pero debo preguntar otra cosa!. Tener un infarto no significa necesariamente estar muerto. Tengo que preguntar si está muerto. pero con mucha calma, pues ¿qué puede importarme a mí el panadero? Veré el periódico mientras pregunto.
«¿Está muerto?».
«Claro, señor teniente. Murió en el acto».
¡Magnífico, magnífico! Tal vez resulte que todo salió así porque fui a la iglesia.
«Ayer por la tarde fue al teatro. Se cayó en las escaleras. El portero oyó el ruido. Entonces lo llevaron a su departamento. cuando el doctor llegó ya era demasiado tarde».
«Qué pena. Estaba en sus mejores años». Lo dije estupendamente; nadie podría advertir na da. en verdad debo contenerme, no debo gritar ni saltar sobre la mesa de billar.
«Sí, señor teniente, es una pena; era un hombre muy bueno, y venía aquí desde hacía veinte años; era buen amigo del patrón. Y la pobre mujer.».
No creo haber estado tan contento en toda mi vida. Está muerto, ¡muerto! Nadie sabe nada, ¡y no ha pasado nada!. Suerte que entré en el café. si no, me habría matado por nada. es como una señal del destino. ¿Dónde está Rudolf?. Ah, está hablando con el encargado de la chimenea. Así que muerto, está muerto. está muerto. ¡aún no puedo creerlo! Me gustaría ira a su casa para cerciorarme. El infarto puede haberle dado de rabia, de furia contenida. Ah, me importa un rábano por qué haya sido. Lo importante es que él está muerto y yo puedo vivir. ¡Todo me pertenece otra vez!. ¡Es curioso el apetito con que como los panecillos del señor Habetswallner! ¡Le quedaron muy sabrosos, señor Habetswallner! Bien, ahora quiero fumarme un puro.
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