¿Qué es el Tercer Estado? Ensayo sobre los privilegios

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Título: ¿Qué es el Tercer Estado? Ensayo sobre los privilegios Autor: Emmanuel Sieyes Género: Filosofía

Los dos textos de EMMANUEL SIEYES (1748-1836) que se recogen en este volumen hacen de él uno de los autores cuya lectura es imprescindible para comprender la Revolución francesa y los principios generados por ella. En el ENSAYO SOBRE LOS PRIVILEGIOS, Sieyes expuso la crítica de la sociedad vertebrada por el privilegio, estableciendo uno de los fundamentos del Estado de derecho: la necesidad de un gobierno sometido a unas leyes que obliguen a todos por igual, incluso al rey. ¿QUÉ ES EL TERCER ESTADO? integra, en cambio, un proyecto de acción revolucionaria para transformar el gobierno antiguo lo que algunos llaman Estado absoluto, sintetizando, en un momento de crisis, las aspiraciones del Tercer Estado respecto a su representación en la Asamblea.

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Portada del libro Que es el Tercer Estado Ensayo sobre los privilegios

Que es el Tercer Estado Ensayo sobre los privilegios de Emmanuel Sieyes


Sinopsis

La síntesis en español del libro "¿Qué es el Tercer Estado? Ensayo sobre los privilegios" de Emmanuel Sieyes es:

El "Tercer Estado" es un concepto político que fue desarrollado por el filósofo y político francés Emmanuel Sieyes en el siglo XVIII. Sieyes argumentó que existía un "Tercer Estado" entre el clero y la nobleza, que no era parte de la nobleza ni del clero, pero tampoco estaba sujeto a sus privilegios. Este "Tercer Estado" representaba a la burguesía o la clase media, que era cada vez más poderosa en la sociedad francesa en ese momento.

Sieyes sostuvo que el "Tercer Estado" era el grupo social que podía proporcionar una alternativa a la opresión y la desigualdad que existían en la sociedad francesa.

Fragmento del libro


Dejad, dejad al público dispensar libremente los testimonios de su estima. Cuando, desde vuestros puntos de vista filosóficos, consideréis esta estima como una moneda moral, potente por sus efectos, tendréis razón. Pero si pretendéis que el príncipe se arrogue la distribución, os extraviáis en vuestras ideas. Se trata de un bien del público, es su última propiedad, y la naturaleza, más filósofa que vosotros, liga el sentimiento de la consideración únicamente al reconocimiento del pueblo. Y es que ahí, únicamente reside la patria, ahí están las verdaderas necesidades, esas necesidades sagradas que los gobiernos descuidan, pero que serán eternamente el objeto adorado por la virtud y el genio. Dejad al premio natural fluir libremente del seno de la nación para saldar su deuda. No entorpezcáis ese sublime comercio entre los servicios prestados al pueblo por los grandes hombres y el tributo de consideración ofrecido a los grandes hombres por el pueblo. Es puro, es verdadero, es fecundo en felicidad y en virtudes en tanto que nace de relaciones naturales y libres. Pero si la corte se apodera de él, lo corrompe y lo pierde. La estima pública va a extraviarse en los canales emponzoñados de la intriga, el favor o la criminal complicidad. La virtud y el genio no son recompensados y, a su lado, un montón de insignias y condecoraciones, de un vario abigarramiento, ordenan imperiosamente el respeto y la consideración hacia la mediocridad, la bajeza y el vicio; en fin, los hombres ahogan al honor y las almas se degradan.

Pero yo quiero que vosotros, virtuosos, no confundáis nunca lo que es digno de recompensa con aquello que sería preciso castigar; al menos debemos convenir en que la distinción que hayáis acordado, si el que la disfruta cae en degeneración, no puede servir más que para hacer que se honre a un hombre bajo, quizá un enemigo de la patria. Así habréis enajenado a su favor, y para siempre, una parte de la consideración pública.

Por el contrario, la consideración que emana de los pueblos es naturalmente libre y queda retirada en el instante en que cesa de ser merecida.


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