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Comedia de enredo en la que Don Tello compromete el matrimonio de sus hijas Doña Leonor y Doña Inés, respectivamente, con Don Mendo y Don Diego, pese a que la primera está enamorada del prometido de la segunda y ésta, a su vez, suspira por otro caballero llamado Don Juan. Inés no puede soportar la suprema vanidad de Diego y para humillarle le tiende una trampa, haciéndole creer que Beatriz, la novia de su sirviente Mosquito, es una condesa de gran alcurnia. Diego cree la broma e intenta seducir a Beatriz, pero es sorprendido por Don Tello, que le reprocha la infidelidad. Diego reacciona airado, anunciando su matrimonio con quien cree mujer de noble cuna, lo que desencadena el permiso paterno para el amor entre Inés y Juan. Diego, sin embargo, trama su venganza deslizando que Beatriz fue amante de Juan, y éste le reta a duelo. Diego consigue que su lugar en el lance sea ocupado por Mendo con engaños al hacerle pensar que Juan ama a Leonor. El combate es finalmente detenido por Mosquito, que revela toda la verdad. Mendo y Leonor, Juan e Inés y Mosquito y Beatriz pueden por fin ver cumplidos sus deseos de amor, mientras que la única preocupación de Diego es el daño a su imagen, al conocer que Beatriz es solo una sirvienta.
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El lindo don Diego de Agustin Moreto
El libro "El lindo don Diego" es una obra de teatro escrita por Agustín Moreto y fue publicada en el siglo XVII. La síntesis en español del libro podría ser:
"El lindo don Diego" es una comedia dramática escrita por Agustín Moreto, publicada en 1690. La obra cuenta la historia de don Diego, un joven rico y vanidoso que se enamora de la bella y rica doña Ana, pero su amor no es correspondido. Don Diego, desesperado, decide disfrazarse de un humilde labrador para conquistar el corazón de doña Ana, pero su plan se complica cuando se encuentra con su rival, don Alonso, quien también está enamorado de la joven. La obra es una sátira de la sociedad española del siglo XVII y explora temas como el amor, la vanidad y la social climbing.
MOSQUITO: ¿Y si yo me atrevo a hablar y a decirte que aunque luego te case con él tu padre, yo a descasarse me atrevo? Porque este novio es un macho y hace mulo el casamiento.JUAN: Inés, señora, ¿qué dices? ¿Quédale ya a mi tormento esperanza que le alivie? Ya todo el peligro es cierto, ya dio palabra tu padre, ya está acetado el empeño, ya yo te perdí, señora, y ya... Pero ¿cómo puedo referir mayor desdicha que haber dicho que te pierdo?INÉS: Don Juan, según yo he quedado, ni aun para hablar tengo aliento; ni yo sé si me has perdido, ni de mi padre el empeño, ni si ya ha dado palabra, ni aun razón tampoco tengo para saber de mi pena; mira qué haré del remedio. Si hay alguno en el discurso, es no tenerle don Diego, ser sujeto tan indigno, y mi padre no tan ciego que no lo haya conocido. A él con mis quejas apelo, y a decirle que el casarme con hombre tan torpe y necio es condenarme a morir o a vivir en un tormento. MOSQUITO: Y que es pecado nefando casarte con un jumento.JUAN: Y si a tu padre le obliga de su palabra el empeño y desprecia tu razón por su atención que es primero, ¿qué haré, perdiéndote, yo?MOSQUITO: Lo que yo hago cuando pierdo.JUAN: ¿Qué haces tú?MOSQUITO: Romper los naipes o llevármelos enteros.INÉS: Don Juan, mi padre no es en mi amor tan poco atento que viendo tan justa causa como de quejarme tengo, a toda una vida mía anteponga otro respeto. Esta apelación me falta; si es tan uno nuestro riesgo, admítela, que parece que no es tuyo mi deseo.JUAN: ¿Cómo he de admitirla, Inés, viendo a tu padre resuelto a cumplir con su palabra, y es de su honor este empeño?INÉS: Y el mío, ¿no es de mi vida?JUAN: Sí, pero con él es menos.INÉS: ¿No puede ser que se mueva a mi llanto?JUAN: No lo espero.INÉS: Pues, don Juan, si tu temor da mi peligro por cierto, resolvernos a morir, que aquí no hay otro remedio.JUAN: Pues ¿para cuándo es, Inés, un atrevido despecho, que tiene tantas disculpas?INÉS: Don Juan, no hables en eso; que aunque es tan grande mi amor, es mi obligación primero.JUAN: ¿Y ése puede ser amor?INÉS: Amor es, pero sujeto a la ley de mi decoro.JUAN: ¿Que, en fin, niegas un aliento al temor de mi esperanza?INÉS: ¿Ya no te doy el que puedo?JUAN: ¿Qué puede importar, si es poco?INÉS: Pudiendo bastar lo menos ¿por qué he de empeñar lo más?JUAN: ¿Y si lo requiere el riesgo?INÉS: Vete, don Juan; que los daños empeñan a los remedios.JUAN: Esa esperanza me alivia.INÉS: Pues deja ver el suceso.JUAN: Quiera Amor que sea feliz.INÉS: Más de mi parte está el ruego.JUAN: ¡Qué temor!INÉS: Adiós, don Juan.JUAN: Guárdete, señora, el cielo.MOSQUITO: Miren si es verdad que ya pierde el juicio por don Diego
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