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El arte al que se refiere el título del libro, no solo es el arte en su acepción plástica, que también, sino en la más general del término: el arte de vivir, y de vivir rodeados de belleza, tanto si está en ruinas como guardada en los más bellos museos y palacios. El arte del bel canto, de la musicalidad que impregna la vida cotidiana de los italianos, el arte del buen cocinar, del dolce far niente, de un país acostumbrado a las crisis políticas permanentes, al equilibrio económico entre el norte y el sur, Miguel Ángel y Garibaldi, Savonarola y Casanova, poniendo una vela a Dios y al Diablo, viviendo entre los maravillosos desnudos de las estatuas grecorromanas y las sotanas de los curas en el Vaticano. Un país que deja boquiabierto al extranjero que pisa tierra italiana, y que, como Stendhal, podría preguntarse cómo es posible vivir rodeado de tanta belleza sin que te estalle el corazón. (De www.elplacerdelalectura.com/)
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En el pais del arte de Vicente Blasco Ibanez
Europa entera. Los antiguos batallones del Grande Ejército, mandados ahora por coroneles realistas, le cierran el paso, pero Bonaparte avanza presentando el pecho a los fusiles, retando a sus antiguos soldados a que maten al que tantas veces les condujo a la victoria; y los fusiles se bajan, las lágrimas ruedan sobre los bigotes grises, la bandera tricolor se despliega, los Borbones huyen, el águila bonapartista vuela victoriosa otra vez de campanario en campanario, el entusiasmo rompe la disciplina, y desde Cannes a París, a través de toda la Francia, corre un éxodo interminable de soldados de todas clases que se agrupan en torno de un nervudo caballejo y de un cuerpo hinchado por la obesidad de la decadencia, rugiendo con furia: «¡Viva el emperador!»
Hay en Cannes más grandeza que en Austerlitz y en Jena. Grandes batallas las ganaron, igual o mejor que Napoleón, Alejandro, Aníbal y César, pero ninguno de éstos fue desgraciado como Bonaparte, que, cual el héroe mitológico, tuvo fuerza y audacia para levantarse con nuevo vigor apenas tocó el suelo. Por esto el hombre extraordinario que encadenó el mundo con el despotismo de la gloria, inspira admiración y profunda simpatía hasta a los corazones más republicanos, por la grandeza y el valor con que supo sobrellevar sus desgracias.
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