Cartas eruditas, y curiosas. V

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Título: Cartas eruditas, y curiosas. V Autor: Benito Jerónimo Feijoo Género: Ciencias sociales

Las Cartas eruditas, y curiosas son cinco tomos más del polígrafo y escritorespañol Benito Jerónimo Feijoo, publicados entre 1742 y 1760. En ellasel erudito benedictino, con afán continuador respecto de su obra principal, el Teatro crítico universal,analiza gran cantidad de ciencias: Física, Matemáticas, Historia Natural,Medicina, Astronomía, Geografía, Filosofía, Economía, Derecho Político,Literatura, Filología, así como de creencias populares (supersticiones,milagros), personajes históricos coetáneos… Mantieneel tono desmitificador de las creencias más irracionales: milagrería,«opiniones vulgares». También se muestra favorable al método experimental, lasciencias naturales, la reforma de los estudios, y manifiesta un espírituabierto a las innovaciones. Su estilo es llano, ajeno a la ornamentación y a laartificiosidad del barroco, y con adición consciente de galicismos y latines. Pero quehable el padre Feijoo: «Preséntote,Lector mío, nuevo Escrito, y con nuevo nombre; pero sin variar el género, ni eldesignio, pues todo es Crítica, todo Instrucción en varias materias, con muchosdesengaños de opiniones vulgares, o errores comunes. Si te agradaron misantecedentes producciones, no puede desagradarte ésta, que es en todo semejantea aquéllas, sin otra discrepancia, que ser en esta mayor la variedad; y nopienso tengas por defecto lo que sobre extender a más dilatada esfera deobjetos la enseñanza, te aleja más del riesgo del fastidio. VALE».Además de las dedicatorias y prólogos, este tomo contiene los siguientes discursos y epístolas:• Discurso 1. Persuasión al amor de Dios, fundada en un principio de la más sublime Metafísica; y que es juntamente un altísimo Dogma Teológico, revelado en la Sagrada Escritura• Discurso 2. El Todo, y la Nada. Esto es, el Criador, y la Criatura: Dios, y el Hombre. Discurso consiguiente a una parte de la materia del pasado; en el cual, representando al hombre su pequeñez, se procura abatir su vanidad• Carta 1. Satisfácese a una objeción contra una Aserción, incluida en el Discurso pasado: con cuya ocasión se discurre sobre el influjo de los Astros• Carta 2. Establécese la Máxima Filosófica, de que en las substancias criadas hay medio entre el espíritu, y la materia. Con que se extirpa desde los cimientos el impío dogma de los Filósofos Materialistas• Carta 3. Defensivo de la Fe preparado para los Españoles viajantes, o residentes en Países extraños• Carta 4. Cuál debe ser la devoción del Pecador con María Santísima, para fundar en su amoroso patrocinio la esperanza de la eterna felicidad. Doctrina, que se debe entender a la devoción con otros cualesquiera Santos• Carta 5. Algunas advertencias sobre los Sermones de Misiones• Carta 6. El estudio no da entendimiento• Carta 7. Resolución decisiva de las dos dificultades mayores, pertenecientes a la Física, que se propone en las Escuelas• Carta 8. Dase noticia, y recomiéndase la doctrina del famoso Médico Español D. Francisco Solano de Luque• Carta 9 La advertencia sobrepuesta a la Carta antecedente manifiesta el motivo, y asunto de la siguiente• Carta 10. Dictamen del Autor sobre un Escrito, que se le consultó, con la idea de un proyecto para aumentar la población de España, que se considera muy disminuida en estos tiempos• Carta 11. Sobre la Ciencia Médica de los Chinos• Carta 12. Respóndese a cierto reparo, que un Médico docto propuso al Autor sobre la obligación que, en una Carta Moral, en asunto del Terremoto, intimó a todos los que ejercen la Medicina, de obedecer la Bula Supra Gregem Dominicum de S. Pío V• Carta 13. Señales previas de Terremotos• Carta 14. Crítica de la Disertación, en que un Filósofo extranjero designó la causa de los Terremotos, recurriendo al mismo principio, en que anteriormente la había constituido el Autor• Carta 15. Al asunto de haberse desterrado de la Provincia de Extremadura, y parte del territorio vecino, el profano rito del Toro llamado de S. Marcos• Carta 16. Descúbrese cuán ruinoso es el fundamento en que estriban los que interpretan malignamente las acciones ajenas, para juzgar que aciertan por la mayor parte• Carta 17. Con ocasión de explicar el Autor su conducta política en el estado de senectud, en orden al comercio exterior, presenta algunos avisos a los viejos, concernientes a la misma materia• Carta 18. Descubrimiento de un nuevo remedio para el recobro de los que, aún estando vivos, o en los casos, en que se puede dudar si lo están, tienen todas las apariencias de muertos• Carta 19. Reforma el Autor una cita, que hizo en el Tomo IV del Teatro Crítico; y después tuvo motivo para dudar de su legalidad; con cuya ocasión entra en la disputa de cuál sea el contenido esencial de la Poesía• Carta 20. Responde el Autor a una objeción, que se le hizo, contra la peregrina historia del Hombre de Liérganes, que refiere en el Tomo VI del Teatro Crítico, Disc. VIII, y cuya realidad autoriza más en la Adición a aquel Discurso en el Suplemento del Teatro• Carta 21. Sobre la mayor, o menor utilidad de la Medicina, según su estado presente, y virtud curativa del Agua Elemental• Carta 22. Da el Autor la razón por qué habiendo impugnado muchos sus escritos, o alguna parte de ellos, respondió a unos, y no a otros• Carta 23. Disuade a un amigo suyo el Autor el estudio de la lengua Griega, y le persuade el de la Francesa• Carta 24. Reflexiones que sirven a explicar, y determinar con más precisión el intento de la inmediata Carta antecedente• Carta 25. Al Sr. D. Joseph Díaz de Guitian, residente en la Ciudad de Cádiz, sobre el Terremoto padecido el día primero de Noviembre de 1755• Carta 26. Al mismo Señor, sobre el propio asunto• Carta 27. Al mismo Señor, continuando la materia de las dos antecedentes Cartas• Carta 28. Al mismo Señor, explicando con más extensión el expresado asunto del Terremoto• Carta 29. En respuesta de otra erudita, Histórica-Moral, que, sobre el mismo asunto de Terremotos, le escribió al Autor el Señor D. Joseph Rodríguez de Arellano, Canónigo de la Santa Iglesia de Toledo, &c.• Carta 30. Satisface el Autor a una supuesta equivocación sobre los Sacrificios que hacían a los vasallos de los Incas del Perú, ofreciendo al Sol víctimas humanasÍndice alfabético de las cosas más notables

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Portada del libro Cartas eruditas y curiosas V

Cartas eruditas y curiosas V de Benito Jeronimo Feijoo


Sinopsis

La síntesis en español del libro "Cartas eruditas, y curiosas. V, obra de Benito Jerónimo Feijoo" es:

"Cartas eruditas, y curiosas" es un libro escrito por Benito Jerónimo Feijoo y publicado en 1726. En él, Feijoo presenta una colección de cartas ficticias que abarcan una amplia gama de temas, desde la filosofía y la ciencia hasta la literatura y la cultura.

En estas cartas, Feijoo explora conceptos complejos de una manera accesible y divertida, utilizando un lenguaje sencillo y coloquial. Además, incluye muchos ejemplos y anécdotas que ilustran sus ideas, lo que hace que el libro sea both informative y entertaining.

En resumen, "Cartas eruditas, y curiosas" es un libro único y valioso que ofrece una visión fascinante de la cultura y la pensamiento del siglo XVIII español.

Fragmento del libro


La tercera consideración es, que la felicidad que los hombres conciben como inherente a aquella conveniencia temporal a que aspiran, v.g. al puesto alto, a la gruesa hacienda, a la gracia del Príncipe, al matrimonio ilustre, no es mas que una perspectiva falaz, una imagen engañosa, una sofistería del alma, un embuste de la imaginativa. Para tocar en esta materia el desengaño, no hay mas que poner los ojos en los que lograron esos fortunones, o informarse de los que los examinan, y tratan. ¿Tienen acaso esos venturosos, o imaginados tales, muy satisfechos todos sus apetitos? ¿muy en calma todas sus pasiones? ¿en perfecta serenidad los ánimos? ¿la alma rebosando alegría, y gozo a todas horas? Todo lo contrario palpan cuantos los miran de cerca. En ellos hallan las mismas inquietudes, las mismas ansias, las mismas melancolías, los mismos disgustos, las mismas impaciencias, que las que padecen los que viven muchos escalones más abajo.


59. Esto consiste, en que por mucho que suban los hombres, suben con ellos sus pasiones; y no hay pasión, que no sea insaciable; pues aunque comúnmente esta propiedad casi sólo se atribuye a la ambición, y a la avaricia, yo juzgo que no hay pasión alguna que no padezca cierta especie de sed hidrópica, o cierta especie de hambre canina. Aquel héroe de golosos, y regalones, el Romano Marco Apicio, después de consumir inmensas riquezas en procurarse gran copia de exquisitos manjares, y licores, quiso ver qué caudal le restaba, y halló que, reducido a nuestra moneda, y modo de contar, llegaría [25] a cien mil ducados, poco más, o menos. Es muy verosímil que ya entonces Apicio fuese de larga edad, y por consiguiente, que debía hacer el cómputo razonable de que le restaban pocos años de vida, para los cuales en la expresada suma tenía con que regalarse sobradísimamente. Pero (¡quién tal creyera!) viendo reducido a cien mil ducados su caudal, se apoderó de su corazón una tan profunda tristeza, que, según algunos Autores, no pudiendo ya sufrir la vida, se la quitó con un veneno.


60. Otra pasión hay, de quien comúnmente se hace el concepto, que con su propio desahogo, y satisfacción, perdiendo más, y más las fuerzas del sujeto, se va debilitando más, y más cada día. Hablo de la lascivia. Con todo, si se mira bien, se hallará que esta pasión, en los sujetos a quienes domina, es en cierto modo más insaciable que la de la gula, al paso que tiene más objetos a que extenderse, entre quienes al fastidio de los que posee, incesantemente sucede la ansia de otros, a cuya posesión aspira. Hállase el segundo Solimán con su Serrallo lleno de muchas de las mayores hermosuras del Asia, y aún se puede decir del mundo, porque se las contribuyen la Circasia, y la Georgia, que son, según todos los viajeros, que los pisaron, los Países más fértiles de gallardas hembras, que hay en la redondez de la tierra, y de donde robándolas sus propios vecinos, y aún los parientes, las llevan a vender al Gran Señor. Con todo, porque Solimán ha oído que hay una bellísima dama en Italia (la Señora Julia Gonzaga), por esto sólo suspira, de modo, que temerariamente tienta su cautiverio por medio del famoso Corsario Cheredín Barbarroja, héroe propio para tales hazañas, y a éste no faltó mas que la anticipación de un momento solo para lograrlo con una súbita escalada nocturna en el Lugar de Fondi. Quien quisiere más ejemplos en esta materia, hallará llenas de ellos las Historias.



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