Teatro crítico universal. Tomo VI

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Título: Teatro crítico universal. Tomo VI Autor: Benito Jerónimo Feijoo Género: Filosofía

El Teatro crítico universal (teatro ha de entenderse con la acepción, hoy olvidada, de «panorama» o visión general de conjunto), fue publicado entre 1726 y 1739 en ocho tomos. Consta de 118 discursos que versan sobre los temas más diversos, pero todos se hallan presididos por el vigoroso afán patriótico de acabar con toda superstición y el empeño de Feijoo en divulgar toda suerte de novedades científicas para erradicar lo que él llamaba «errores comunes», lo que hizo con toda dureza y determinación, como Christian Thomasius en Alemania, o Thomas Browne en Inglaterra. El autor se donominaba a sí mismo «ciudadano libre de la república de las letras», si bien sometía todos sus juicios a la ortodoxia católica, y poseía una incurable curiosidad, a la par que un estilo muy llano y atractivo, libre de los juegos de ingenio y las oscuridades postbarrocas, que abominaba, si bien se le deslizan frecuentemente los galicismos. Se mantenía al tanto de todas las novedades europeas en ciencias experimentales y humanas y las divulgaba en sus ensayos, pero rara vez se propuso teorizar reformas concretas en línea con su implícito progresismo. En cuestión de estética fue singularmente moderno (véase por ejemplo su artículo «El nosequé») y adelanta posturas que defenderá el Romanticismo, pero critica sin piedad las supersticiones que contradicen la razón, la experiencia empírica y la observación rigurosa y documentada.Además de las aprobaciones, pareceres y censuras correspondientes, este tomo contiene: • Prólogo• Discurso 1 Paradojas Políticas y Morales• Discurso 2 Apología de algunos personajes famosos en la historia• Discurso 3 Fábula del establecimiento de la Inquisición en Portugal• Discurso 4 Hallazgo de especies perdidas• Discurso 5 Consectario del discurso antecedente, sobre la producción de nuevas especies• Discurso 6 Maravillas de la naturaleza• Discurso 7 Sátiros, Tritones y Nereidas• Discurso 8 Examen filosófico de un peregrino suceso de estos tiempos• Discurso 9 Impunidad de la mentira• Discurso 10 Chistes de N.• Discurso 11 Razón del gusto• Discurso 12 El no sé qué• Discurso 13 El error universal• Índice alfabético de las cosas más notables

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Portada del libro Teatro critico universal Tomo VI

Teatro critico universal Tomo VI de Benito Jeronimo Feijoo


Sinopsis

El título completo del libro que estás buscando es "Teatro crítico universal. Tomo VI. Obra de Benito Jerónimo Feijoo".

El término "siposis" es un error de ortografía, ya que el término correcto es "sipario". El "sipario" es una palabra que se utiliza en el mundo del teatro para referirse a la tela o cortina que cubre la parte frontal del escenario, y que se utiliza para crear una sensación de intimidad y realismo en la representación escénica.

En cuanto al libro "Teatro crítico universal. Tomo VI. Obra de Benito Jerónimo Feijoo", es un trabajo literario escrito por el escritor y crítico literario español Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro. Este libro es parte de una serie de seis tomos que componen el "Teatro crítico universal", una obra en la que Feijoo analiza y critica obras de teatro de diferentes autores y países.

Fragmento del libro


A prendas tan dignas de ser amadas añadió el Cielo el supremo complemento de [VI] eficacia, para conciliarse los ánimos en la hermosa circunstancia de traerlas siempre pintadas en el semblante. Apenas sujeto alguno hizo hasta ahora más visible la alma en el rostro. Aquella gravedad apacible, aquella majestad dulce, aquella serenidad halagüeña, aquella modestia amorosa muestran a todos desabrochado el corazón de V. Rma. y a mi me traen a la pluma para dibujarlas aquel alto rasgo con que el gran Poeta expresó el semblante de la que creyó suprema Deidad del Gentilísimo:


Olli subridens hominum sator, atque Deorum


Vultu, quo Coelum, tempestatesque serenat.


Estas resplandecientes exterioridades son los colores, con que la naturaleza pinta en la superficie del cuerpo los preciosos fondos del espíritu. Son rayos, que del centro salen a la circunferencia, ahorrando, con lo que muestran a los ojos, el examen, que de las calidades del ánimo habían de hacer los discursos. En ellas está constituido el resplandor propio de aquéllos, que el Cielo [VII] destinó para Astros superiores de las Repúblicas, y sirven no menos que para el lucimiento, para el influjo. Por Herejes de la política he reputado siempre a los que confían al terror el respeto debido a la dignidad: mucho más a los que piensan, que la obediencia útil está vinculada al miedo servil. Esto viene a ser lo mismo que imaginar, que el Cielo nubloso será más adorado, que el sereno; y que los turbulentos ceños del aire, con el impulso, o con la amenaza del rayo, pueden ser provechosos a la tierra. La aspereza del que gobierna solo inspira un temor, que se da la mano con el odio: con que en vez de mejorar a los súbditos, los empeora, añadiendo el vicio de la ojeriza al Prelado sobre los males que antes padecían. Enmienda únicamente las apariencias, que son las que únicamente están expuestas a la jurisdicción de los castigos. Cura en falso las llagas, cicatrizando el cutis, y dejando el interior corrompido. La doctrina moral solo se insinúa ganando primero el afecto para el [VIII] que la propone. La llave del alma está en el corazón, y éste la entrega a la blandura, nunca a la fiereza. Aquel celo, que el Apóstol Santiago llamó amargo, irrita, no nutre {(a)


Quod si zelum amarum habetis.


Jacob. cap. 3.}. Entre la condescendencia vil, que por todo pasa, y la severidad rígida, que todo lo atropella, está el celo sabio, dulce, benigno, y cariñoso. Éste, confeccionado con el buen ejemplo, hace aquella grande, admirable, eficacísima medicina, a quien ninguna dolencia del espíritu, por inveterada, y contumaz que sea, se resiste.


Cuando la verdad de esta máxima no estuviese tan comprobada por razón, y por experiencia, el ejemplar de V. Rma. bastaría por sí solo a persuadirla. ¿En qué Casa de la Religión no se experimentan, después de visitada por V. Rma. los saludables efectos de sus benignos influjos? Con solo ver a V. Rma. concibe ansias de mejorarse el bueno, y siente ímpetus de enmendarse [IX] el malo. En el semblante, en la voz, en las acciones representa V. Rma. con tan bella cara la observancia Religiosa, que hace enamorarse de ella el corazón más duro. El genio superior de V. Rma. pinta flores sobre las mismas espinas. Ser amado el sujeto por la virtud es lo que se ve cada día: ser amada la virtud por el sujeto, es particularidad, que parece se reservó solo para V. Rma. La práctica de V. Rma. la ostenta tan hermosa, que arrastra hacia ella los mismos que atrae amantes a la persona. Aun los delincuentes quedan prendados de la corrección, porque la mano suavísima de V. Rma. toca las llagas con tal tino, que las cura con lo mismo que las halaga. Finalmente, Padre Rmo. daré el último retoque a esta pintura con el pincel de Claudiano, aplicando a V. Rma. lo que él, acaso con menos verdad, dijo a su adorado Cónsul Manlio Theodoreto. Es el pasaje largo, pero tan oportuno, y tan comprehensivo de mi propósito, que me [X] resuelvo a no quitarle ni una letra.


Servat inoffensam divina modestia vocem.


Temperiem servant oculi, nec lumina fervor


Asperat, aut rabidas diffundit sanguine venas;


Nullaque mutati tempestas proditur oris.


Quin etiam sontes expulsa corrigis ira,


Et placidus delicta domas: nec dentibus umquam


Instrepis horrendum, fremitu, nec verbera poscis.


Qui fruitur poena, ferus est, legumque videtur


Vindictam praestare sibi, cum viscera felie


Canduerit, ardet stimulis, ferturque nocendi


Prodigus, ignatus causae. Diis proximus ille est,


Quem ratio, non ira movet: qui facta rependens


Consilio punire potest. Mucrone cruento


Se jactent alii, studeant feritate timeri,


Abductoque hominum cumulent aeraria censu.


Lene fluit Nilus, sed cunctis omnibus exstat


Utilior, nullas confessus murmure vires.


Acrior at rapidus tacitas praetermeat ingens


Danubius ripas. Eadem clementia saevi


Gurgitis immensum deduxit in ostia Gangem.


Torrentes immané fremant, lapsisque minentur


Pontibus, involvant spumoso vertice sylvas.


Pax majora decet, peragit, tranquilla potestas


Quod violenta nequit, mandataque fortius urget


Imperiosa quies. Idem praedurus iniquas


Accepisse preces, rursus quae digna petitu


Largitor, facilis, nec, quae cumitatur honores.


Ausa tuam leviter tentare superbia mentem:


Frons privata manet: non se meruisse fatetur,


Qui crevisse putat: rigidi sed plena pudoris


Flucet gravitas fastu jucunda modesto.[XI]


Quae non seditio, quae non insana Vulgi,


Te viso lenita cadat? Quae dissona ritu


Barbaries, media, quam non reverentia frangat?


Vel quis non sitiens sermonis mella politi,


Deserat Orphaeos blanda testudine cantus?


Nuestro Señor guarde a V. Rma. muchos años. Oviedo, y Abril 4, de 1734.


B.L.M. de V.Rma.


Su más rendido Súbdito, y Siervo


Fr. Benito Feijoo



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