Demostración del evangelio

Fragmento del libro

¿Pues qué (les diría yo) es él engañó el único medio para encaminar al hombre a su felicidad y a la virtud? Si tenéis al cristianismo por la más santa y más útil institución, ¿por qué sin previo examen decidís que no es obra del Ser supremo, origen de todo bien y de toda verdad? ¡Qué tranquilidad de espíritu y qué consuelo sentiríais si llegaseis a persuadiros de que esta doctrina, a que vuestro corazón se siente inclinado, merece también el homenaje de vuestra razón!

No sigáis ciegamente a los maestros de la incredulidad (añadiría) o a lo menos suspended el juicio entre un Collin, un Tindal, un Voltaire, un Diclerot, y los Grocios, los Pascales, los Bossuets, los Newtones, los Lockes, los Adissones y otros muchos hombres célebres por su elevado ingenio y por la extensión de su sabiduría. La fe de un cristiano instruido no es una preocupación, sino el asenso o deferencia del entendimiento a las más poderosas razones, que le inducen a creer. Acercaos a examinar y a instruiros de que el cristianismo; lejos de temer la luz, pone de manifiesto sus títulos para que todos los vean, y él mismo os convida a la discusión, sin pretender someter vuestro espíritu hasta después de haberle ilustrado.

Para abreviar las investigaciones que son el objeto de esta obra, escogeré entre los diversos fundamentos de la fe cristiana el que me ha parecido más conveniente, más fácil de comprender, y más análogo a los principios y normas porque solemos gobernarnos en el curso ordinario de nuestra vida.

El Autor del cristianismo tomó el título de enviado de Dios; sus discípulos nos aseguran que ha justificado su misión con prodigios evidentemente sobrenaturales; y lo prueban no solo con el testimonio de su propio dicho, sino también con otros prodigios semejantes a los de su Maestro, y que los obraron en su nombre.