El reverso de la historia contemporánea y otras historias

Fragmento del libro

UN CUADRO DE PARÍS

En 1836, en un bello anochecer del mes de septiembre, un hombre de unos treinta años permanecía apoyado en el parapeto de aquel muelle, desde el que puede verse a la vez el Sena hacia arriba desde el Jardín Botánico hasta Nôtre-Dame, y hacia abajo la vasta perspectiva del río hasta el Louvre. No existen otras dos perspectivas semejantes en la capital de las ideas. El espectador se encuentra como en la popa de aquel bajel, que ha adquirido dimensiones gigantescas. Evoca París desde los romanos hasta los francos, desde los normandos hasta los borgoñones, la Edad Media, los Valois, Enrique IV y Luis XIV, Napoleón y Luis-Felipe. Desde allí, todas estas dominaciones ofrecen algunos vestigios o monumentos que despiertan sus recuerdos. Sainte-Geneviève cubre con su cúpula el barrio latino. Detrás del espectador se alza la magnífica cabecera de la catedral. El Ayuntamiento le habla de todas las revoluciones, y el Hospital de todas las miserias de París. Después de entrever los esplendores del Louvre, dando dos pasos se pueden ver los harapos de aquel ruin grupo de casas situadas entre el muelle de la Tournelle y el Hospital, que los magistrados municipales modernos se ocupan de hacer desaparecer en estos momentos.

En 1835, aquel cuadro maravilloso ofrecía, además, otra enseñanza: entre el parisién apoyado en el parapeto y la catedral, el Terrain, pues éste es el antiguo nombre de aquel lugar desierto, aún estaba cubierto con las ruinas del arzobispado. Cuando se contemplan desde allí tantos aspectos inspiradores, cuando el alma abarca tanto el pasado como el presente de la villa de París, la religión parece haberse alojado allí como para tender sus dos manos sobre los dolores de ambas orillas, desde el arrabal de Saint-Antonine al arrabal de Saint-Marceau. Esperemos que tantas sublimes armonías se verán completadas por la construcción de un palacio episcopal de estilo gótico, que reemplazará las casuchas sin carácter asentadas entre el Terrain, la calle de Arcole, la catedral y el muelle de la Cité.