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«La tragedia de mi vida» es la forma en que Oscar Wilde define a la dolorosa pasión homosexual que lo unió a lord Alfred Douglas, a quien cariñosamente apodaba «Bosie» y que le costó, por denuncia de su padre, el oprobio, la cárcel, la ruina económica, la destrucción de su hogar, y el posterior destierro en el que encontraría la muerte. El libro es, en realidad, una larga carta a su amante, escrita a principios de 1897, en la cárcel de Reading y publicada en 1905, luego de su muerte. Llena de quejas y reproches por su egoísmo y su ingratitud, es, al mismo tiempo, la narración de la historia de esa trágica relación, contada con una precisión de detalles provistos por el largo tiempo de reflexión y confinamiento, más la larga memoria desde el dolor. Ese prolongado encierro le permitió también una revisión de sus propios conceptos morales y los de su época, en páginas memorables que podrían constituir de por sí un tratado de ética, por las profundas reflexiones sobre la moral cristiana, el evangelio y el ejemplo de la vida y muerte de Cristo. El hombre que se permitió todo en su lucha contra lo convencional, revisa la relación que le hizo perder todo, y de la que sin embargo no se arrepiente, como un héroe trágico, que seguirá cautivando por su entrega y su expiación, al margen de la perplejidad que provoca la indignidad del objeto de su amor, el lugar mismo de su destino trágico.En mayo de 1895, Wilde es acusado de sodomía por el marqués de Queensberry. El romance entre su hijo y Wilde había escandalizado al marqués y la consecuencia fue una sentencia de dos años de trabajos forzados por «cometer actos sumamente indecentes con otras personas de sexo masculino». Wilde fue liberado el 19 de mayo de 1897, totalmente abatido por el encierro, el desprestigio y el abandono de sus seres queridos. De Profundis es la última obra que Wilde escribiera en prosa, dándole la forma de una extensa carta dirigida a Bosie (Alfred Douglas), donde a la vez reclama y declara el amor que por él sentía. En las primeras líneas, Wilde escribe: «Tras una espera larga e infructuosa he decidido ser yo quien te escriba, tanto por ti como por mí mismo, ya que me disgustaría pensar que he tenido que soportar dos penosos años de prisión sin haber recibido ni una sola línea tuya, ni noticias, ni siquiera un mensaje, como no sean los que tanto me apenaron».En este libro, Wilde intenta hacer un recuento del romance que vivió con Alfred Douglas, convencido de que la amistad entre ellos ha terminado en los hechos, y le ha dejado en la ruina y la infamia pública. Sin embargo, no puede evitar sentir una enorme simpatía hacia su Bosie. Wilde no podía negarse a ninguna petición de Douglas, le era imposible quedarse sin concederle el perdón a costa de todo. Lo escribe así: «[…] quizá tu absoluta confianza en mi perdón era lo que más me había agradado siempre de ti, y una de las características más atractivas de tu carácter».Es sumamente notorio que en última instancia Wilde no fue sino presa de sus emociones. Describe con gran pasión su punto de vista dentro de una relación tormentosa y destructiva que vivió durante un período de dos años. Sus palabras están cargadas de sentimientos de culpa ante sí mismo; su texto expresa una derrota irrevocable ante las exigencias de Douglas. Para él, cualquier capricho del joven estudiante de Oxford era un mandato divino, y encerrado en la cárcel de Reading, recuerda con amargo dolor su camino hacia el encierro y la ruina.
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De profundis de Oscar Wilde
Me habían concedido los dioses casi todos sus dones: era amo del genio, poseía un nombre ilustre, tenía una alta posición social, y fama, y esplendor y audacia intelectual. Una filosofía he hecho del arte, y un arte de la filosofía. He enseñado a los hombres a pensar de otra manera, y he concedido otra tonalidad a las cosas. Asombraba a las gentes todo cuanto yo decía o hacía. Me adueñé del drama, la más objetiva forma que del arte se conoce, y lo troqué en un medio de expresión tan personal como un soneto o una poesía lírica, y ensanché al propio tiempo su campo de acción y lo enriquecí en su psicología. Novela, drama, prosa poética y poesía en verso, diálogo espiritual o fantástico, todo lo que yo toqué quedó revestido con una nueva belleza. Y hasta a la verdad le impuse el artificio y le concedí su carácter natural, y de ambos hice su imperio legitimo. Y demostré que la verdad y el artificio son, tan sólo, unos aspectos intelectuales.
El arte, para mí, fue una realidad superior, y una forma de la ficción la vida, desperté de mi siglo la imaginación, haciendo que me envolviera en mitos y leyendas. En una sola frase resumí todos los sistemas filosóficos, y en un epigrama la existencia toda.
Charles Baudelaire
Los textos conocidos como Diarios íntimos —en verdad anotaciones marginales, entrevisiones, ensayos en estado larval—, constituyen una inigualable introducción del pensamiento vivo de Baudelaire. Con
Honoré de Balzac
«La inmensidad de un plan que abraza a la vez la historia y la crítica de la Sociedad, el análisis de sus males y la discusión de sus principios, me autoriza, creo yo, a dar a mi obra el título con el
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Antonio Porchia
Antonio Porchia (1886-1968), había nacido en Italia, pero residió en la Argentina desde la adolescencia hasta su muerte. La modesta casa que constituía su retiro, en Olivos, era un lugar de encuentro