La familia Vurdalak

Sinopsis

La obra "La familia Vurdalak" es un libro escrito por Alexei K. Tolstoi en ruso, y su título en español es "La familia Vurdalak: una historia de amor y muerte".

La siposis del libro, en términos generales, es la siguiente:

La historia sigue a la familia Vurdalak, una familia de vampiros que viven en Rusia en el siglo XIX. El libro se centra en la historia de amor y tragedia de la familia, y cómo su condición de vampiros afecta sus relaciones y su lugar en la sociedad.

La familia Vurdalak es liderada por el abuelo Vurdalak, un vampiro anciano y poderoso que ha vivido durante siglos. A medida que la historia avanza, se revela la historia detrás de cada miembro de la familia y cómo se convirtieron en vampiros.

Fragmento del libro

En el mismo instante, un aliento frío rozó mis orejas, y Zdenka saltó en ancas de mi caballo.

-¡Mi corazón, alma mía! -me decía-. ¡No veo más que a ti, no quiero a nadie sino a ti! ¡Nada puedo hacer, pues obedezco a un poder superior; perdóname, querido, perdóname!

Y, enlazándome con sus brazos, intentaba hacerme caer de espaldas y morderme el cuello. Se entabló entre nosotros una lucha terrible. Durante largo rato me defendía con dificultad, pero, por fin, juntando todas mis fuerzas, agarré a Zdenka con una mano por la cintura y por las trenzas con la otra y, afianzándome en los estribos, la arrojé al suelo.

En cuanto hice esto, me abandonaron las fuerzas y fui presa del delirio. Miles de apariciones locas y horribles me perseguían amenazándome. Jorge y su hermano Pedro corrían por ambos lados de la carretera, tratando de cortarme el camino. No conseguían hacerlo y ya empezaba a congratularme de ello, cuando al darme vuelta, vi al viejo Gorsha que, apoyándose en la estaca, daba con su ayuda unos saltos inverosímiles, semejantes a los que dan los tiroleses para saltar sobre los precipicios. Pero también Gorsha quedó atrás. Entonces su nuera, que arrastraba en pos de sí a sus dos hijos, le arrojó a uno de ellos, y él lo cogió con la punta de su estaca. Zarandeándolo como una piedra, con todas sus fuerzas me arrojó al niño. Esquivé el golpe, pero el niño, con la feroz tenacidad de un perro de presa, se agarró al cuello de mi caballo, y a duras penas logré arrancarlo y tirarlo al suelo. Gorsha lanzó al otro niño, pero éste cayó bajo los cascos del caballo, que lo aplastó inmediatamente. No sé qué ocurrió después, pero cuando recobré el conocimiento ya era de día, y yo yacía junto a la carretera, mientras que a mi lado moría mi caballo.

Así terminó, mesdames, esta mi aventura amorosa, que hubiera debido, al parecer, quitarme para siempre las ganas de buscar otras nuevas. Algunas de vuestras abuelas que aún viven, podrán darles fe de hasta qué punto, en realidad, me hice más sensato con el correr del tiempo.