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Las aves , Comedia griega de Aristófanes que ganó el segundo premio en las Grandes Dionisias del año 414 a. C. En el 415 la flota ateniense había partido para la expedición a Sicilia y su éxito estaba todavía por dilucidar.Esta obra es una fantasía escapista en la que dos atenienses, Pistetero y Evélpides Insatisfechos de la vida de Atenas con sus pleitos interminables, se van a buscar al mítico Tereo , que fue convertido en pájaro y debía de conocer un lugar más adecuado para vivir. Tereo sugiere varios países, pero ponen objeciones a todos ellos. Pistetero tiene entonces una idea brillante: reunir a todos los pájaros y construir una gran ciudad amurallada en el aire, y desafiar tanto a los hombres como a los dioses, para lo que interceptarán el humo de los sacrificios, del que los dioses se nutren. Construyen una ciudad ideal, Nefelococigia o Nefelocoquigia, (la ciudad de las nubes y los cucos), de la quedan excluidos todos los inoportunos que afligen Atenas, excepto Cinesias, escritor de ditirambo, al que se le propone que enseñe en la nueva ciudad su ciencia aérea y volátil, propia de las aves. Entonces llegan varios dioses indeseados: un sacerdote, un poeta indigente con un himno en honor de la nueva ciudad, un traficante de oráculos, el famoso astrónomo METÓN (para diseñar las calles), un superintendente y un vendedor de estatutos. A todos se les da el tratamiento adecuado. La nueva ciudad está ya terminada, cuando viene un centinela con la noticia de que una deidad ha burlado el bloqueo de las aves. La deidad resulta ser Iris, que había sido enviada a preguntar por qué habían cesado los sacrificios en la tierra, es capturada, se le informa de que los pájaros son los dioses y, finalmente, se va llorando a lamentarse ante su padre. Gracias a la glotonería de Heracles, dioses y aves se reconcilian, Pistetero consigue el cetro de Zeus junto con Basilia (Soberanía); es aclamado como el mayor de los dioses, y se hacen los preparativos para su boda.
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Las aves de Aristofanes
La siposis del libro "Las aves" de Aristófanes en español es:
"Las aves" es una comedia griega escrita por Aristófanes, considerada una de las obras más importantes de la literatura antigua. La trama gira en torno a un grupo de aves que asumen los roles y las responsabilidades de los humanos, mientras estos están ausentes. Los aves, lideradas por un águila, intentan gobernar el estado de Atenas y resolver sus problemas políticos y sociales.
La obra es conocida por su humor y su crítica social, y ha sido considerada una de las más influyentes en la historia de la literatura. En ella, Aristófanes aborda temas como la política, la sociedad, la religión y la cultura de la Grecia antigua.
País agreste, lleno de zarzales y peñascos. Al fondo, una selva; a un lado una roca, morada de ABUBILLA.
En escenas
, llevando un grajo sobre el puño.
, llevando igualmente una corneja; y los dos en busca del reino de las Aves.
.—(Al grajo que le sirve de guía.) ¿Me dices que vaya en línea recta hacia aquel árbol?
.—(A la corneja que trae en la mano.) ¡Peste de avechucho! Ahora grazna que retrocedamos.
.—Pero infeliz ¿a qué andar errantes en todos sentidos? Con estas idas y venidas nos derrengamos inútilmente.
.—¡Qué imbécil he sido al dejarme guiar por esta corneja! Me ha hecho correr más de mil estadios.
. —¿Mayor dicha que la de llevar de guía a este grajo, que me ha destrozado hasta las uñas de los pies?
.—Ni siquiera sé en qué lugar de la tierra estamos.
.—¿No podrías tú averiguar desde aquí dónde cae nuestra patria?
.—No, por cierto; ni Execéstides
la suya.
.—¡Ay!
.—Tú, amigo mío, sigue esa senda.
.—¡Terrible engaño el que nos ha hecho Filócrates, ese atrabiliario vendedor de pájaros! Nos aseguró que estas dos aves nos guiarían mejor que ninguna otra a la morada de Tereo
la Abudilla, que fue transformado en pájaro, y nos vendió este grajo, hijo de Tarrélides, por un óbolo, y por tres aquella corneja, que sólo saben darnos picotazos. (Al grajo.) ¿Por qué me miras con el pico abierto? ¿Quieres precipitarnos desde esas rocas? Por ahí no hay camino.
.—Ni senda tampoco, por Zeus.
.—¿No dice nada tu corneja sobré el camino que hay que seguir?
.—Sigue graznando, por Zeus, las mismas cosas que antes.
.—Pero, en fin, ¿qué dice a propósito del camino?
.—¿Qué ha de decir, sino que a fuerza de roer acabará por comérseme los dedos?
.—¡Esto es insoportable! Queremos irnos a los cuervos
; ponemos para conseguirlo cuanto está en nuestra mano, y no logramos hallar el camino. Porque habéis de saber, oyentes míos, que nuestra enfermedad es completamente distinta de la que aflige a Saccas: éste, que no es ciudadano, se obstina en serlo, y nosotros que lo somos, y de familias distinguidas, aunque nadie nos expulsa, huimos a toda prisa de nuestra patria. No es que aborrezcamos a una ciudad tan célebre y afortunada, siempre abierta a todo el que desee arruinarse con litigios; porque es una triste verdad que si las cigarras sólo cantan uno o dos meses entre las ramas de los árboles, en cambio los atenienses cantan toda la vida posados sobre los procesos. Esto es lo que nos ha obligado a emprender este viaje y a buscar, cargados del canastillo, la olla y las ramas de mirto, un país libre de pleitos, donde pasar tranquilamente la vida. Tal es el objeto con que nos dirigimos a Tereo la para preguntarle si en las comarcas que ha recorrido viajando, ha visto alguna ciudad como la que deseamos.
.—¡Eh, tú!
.—¿Qué hay?
.—Ya hace unos momentos que la corneja me indica que hay que subir un poco.
.—También mi grajo mira con el pico abierto en la misma dirección, como si quisiera señalarme alguna cosa: no puede menos de haber aves por aquí. Pronto lo sabremos haciendo ruido.
. ¿Sabes lo que has de hacer? Dale con el pie a la roca.
.—Y tú, con la cabeza, para que el ruido sea doble.
.—O mejor, coge esa piedra y llama.
.—¡Habrá que hacerlo, claro está! ¡Esclavo! ¡Esclavo!
. Pero ¿qué haces? Para llamar a la Abudilla, gritas: ¡Esclavo! ¡Esclavo! En vez de esclavo debes gritar: ¡Epopoi! ¡Epopoi!
.—¡Epopoi! Tendré que llamar otra vez. ¡Epopoi!
Un criado de
, Pistetero y Evélpides.
.—(Representando a un pájaro.) ¿Quién va? ¿Quién llama a mi dueño?
.—¡Apolo nos asista! ¡Qué enorme pico!
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