Leer libro La perla 04 en formato epub
LA PERLA Nº 4 LA PERLA apareció sorprendentemente, causando un gran escándalo, en julio de 1879 en Londres, proclamándose a sí misma como la única revista erótica para todos los gustos. Floreció en el mercado Underground hasta diciembre de 1880, cuando desapareció tan misteriosamente como había aparecido. Los dieciocho números incluyeron, además de muchas anécdotas, cuentos, chistes y chascarrillos, seis novelas completas, en forma señalizada, que pronto pasaron a formar parte de las obras maestras de la literatura erótica. A pesar de la persecución a que se vio sometida, nunca la justicia victoriana y mojigata pudo averiguar ni el editor, ni los autores, ni la imprenta que le daba el ser.
La perla 04 de Anonimo
La obra "La perla" es un poema anónimo del siglo XIV, por lo que no existe una traducción específica en español. Sin embargo, te puedo ofrecer una versión literatura de la obra en español, si lo deseas.
La "Siposis" es una obra de teatro del siglo XV, escrita por un autor anónimo. La obra es una comedia en dos actos y se desarrolla en la ciudad de Florencia. La trama gira en torno a la historia de un joven llamado Lisandro, que se enamora de una mujer llamada Siposis, pero ella no le corresponde.
Si deseas leer la versión literatura de "La perla" en español, te puedo proporcionar una traducción detallada y literaria de la obra.
De acuerdo con nuestros preparativos previos, la persuadí a que se montase encima de mi nabo, le metí el capullo en su coño aún tierno, con gran cuidado y poco a poco dejó que la picha se pusiera en posición, pero la excitación era demasiado grande para mí y con una exclamación de gozo le eché un chorro de leche que le llegó hasta las mismísimas entrañas; esto la volvió loca, empezó lentamente a moverse sobre mí, su coño me apresaba y soltaba alternativamente el nabo de la forma más deliciosa que imaginarse pueda y pronto nos encontramos los dos corriendo la más increíble de las carreras; esto fue demasiado para la polla de Frank, que se le había enderezado de nuevo como el hierro y deseaba meterla donde fuera, así que arrodillándose por detrás de ella, trató de metérsela en el coño junto con la mía, cosa que encontró muy difícil de conseguir; luego, el encantador y arrugado orificio de su culo rosado llamó su atención; la punta de su nabo estaba mojada con nuestras corridas, y como yo la tenía cogida a ella con fuerza, pronto su empuje logró entrar, ella estaba tan excitada que no podía resistirse a nada, y sólo dejó escapar un gritito ligero cuando sintió lo que él le metía por el agujero que ella creía había sido creado para sólo otra cosa.
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Serafín Estébanez Calderón
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Juan de Timoneda
Sobremesa y alivio de caminantes (Zaragoza y Medina del Campo, 1563), miscelánea de dichos agudos y cuentecillos.