Amaury

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Título: Amaury Autor: Alejandro Dumas Género: Romántico

Amaury, novela romántica (con momentos de tragedia y comedia) sobre el tema general de los celos, situado en el campo, en las afueras de París entre 1838-1839. En Amaury, Dumas intenta una disección de los celos artísticos, pero todos sus personajes según Alejandro Dumas, giran en torno a unos celos considerados como una emoción indigna. Amaury es también de interés por ser como el único intento de Dumas en crear una novela epistolar. La novela se abre, con un grupo de aristócratas franceses que están conversando, y uno de ellos hace la pregunta, 'Meurt sobre d´amour?' ¿Se muere de amor? En respuesta, se los saca a luz un manuscrito que pretende ser el diario y las cartas de la familia del difunto señor d´Avrigny, viudo y médico de la corte del rey. La novela esta, nominalmente, integrada por el diario y las cartas se leen en voz alta. Amaury de Léoville, joven rico y huérfano, inició su carrera en el servicio diplomático francés.

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Portada del libro Amaury

Amaury de Alejandro Dumas


Sinopsis

La síntesis en español del libro "Amaury" de Alejandro Dumas es:

"Amaury" es una novela escrita por Alejandro Dumas en 1843. La historia sigue la vida de un joven llamado Amaury, quien es confundido con su hermano gemelo, un caballero llamado Armand. Amaury se ve envuelto en una serie de aventuras y desafíos, incluyendo la búsqueda de su verdadero padre y la lucha contra un duque malvado. A medida que la historia avanza, Amaury descubre secretos sobre su pasado que cambian su vida para siempre.

Fragmento del libro


Al oír el ruido las dos jóvenes volvieron la cabeza, lanzando un grito como gacelas sorprendidas por el cazador, al tiempo que animó un fugitivo rubor las mejillas de la rubia y una suave palidez blanqueó ligeramente el rostro de la morena.


—Ya veo que he hecho mal en no dejar que me anunciasen—dijo el joven, adelantándose hacia la rubia, sin cuidarse de su amiga—pues te he asustado, Magdalena. Perdona mi ligereza: siempre me conceptúo hijo adoptivo del señor de Avrigny y procedo en esta casa como si todavía fuese uno de sus comensales.


—Haces muy bien, Amaury—respondió Magdalena.—Además, creo que aunque quisieras obrar de otro modo no sabrías, pues no se pierden así en pocas semanas las costumbres adquiridas en el transcurso de diez y ocho años. Pero, ¿no le dices nada a Antoñita?...


Amaury se apresuró a estrechar la mano a la morena, diciéndole sonriente:


—Perdóneme usted, querida Antoñita; ante todo tenía que presentar mis disculpas a la que había asustado mi torpeza: he oído el grito de Magdalena e instintivamente he corrido hacia ella.


Y volviéndose hacia el aya, añadió:


—Señora Braun, tengo el honor de saludarla.


Con cierta expresión de tristeza sonrió Antoñita al estrechar la mano del joven, pensando que también ella había gritado, sin que su voz llegase a los oídos de Amaury.


La institutriz no había visto nada, o mejor dicho, lo había visto todo, pero habíase detenido su mirada en la superficie de las cosas sin querer profundizar.


—No se excuse, conde—dijo;—antes bien, convendría que con frecuencia se hiciese lo que usted hizo, para curar a esa criatura de su impresionabilidad nerviosa. Debe eso consistir en su cavilosa imaginación. Creo yo que se ha construido para sí un mundo aparte en el cual busca refugio tan pronto como dejan de sujetarla al mundo material. No sé qué es lo que pasa en ese mundo; pero si esto continúa acabará de seguro por abandonar los dos, y entonces su existencia será el sueño y en sueño se convertirá su vida.


Magdalena clavó en el rostro del joven una amorosa mirada que parecía decirle:


—De sobras sabes tú en quién pienso cuando estoy tan abstraída: ¿verdad, Amaury?


Antonia, que sorprendió esta mirada se levantó, pareció quedar perpleja un instante y después, abandonando definitivamente su interrumpida labor, sentose al piano y se puso a ejecutar de memoria una fantasía de Thalberg.


Magdalena continuó bordando y Amaury ocupó un asiento a su lado.



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