Los campesinos

Fragmento del libro

Se comprueba perfectamente que ninguno de estos Eróstratos ha tenido el valor de llegar hasta el fondo del campo para estudiar en él la conspiración permanente de los que aún seguimos calificando de débiles contra los que todavía se consideran fuertes, de los campesinos contra los ricos. Se trata únicamente de hacer algo de luz sobre el asunto, no de legislar para hoy, sino de pensar en el mañana. En medio del vértigo democrático a que se entregan tantos escritores ciegos, ¿no es urgente que se describa por fin a ese campesino que hace que los Códigos sean inaplicables al lograr que la propiedad se convierta en algo que no es? Vais a ver la obra de ese infatigable zapador, de ese roedor que tritura y divide el suelo, lo parte, y corta una parcela de tierra en cien pedazos, continuamente invitado a este festín por una pequeña burguesía que al mismo tiempo hace de él un auxiliar y su presa. Dicho elemento insocial creado por la Revolución absorberá algún día a la burguesía, del mismo modo que la burguesía ha devorado a la nobleza. Elevándose por encima de la Ley, merced a su propia mezquindad, este Robespierre posee una cabeza y veinte millones de brazos, trabaja sin conocer el descanso, se infiltra en todos los Ayuntamientos, se entroniza en los Concejos Municipales y se arma en la Guardia Nacional a través de toda la extensión de la superficie de Francia, en el año 1830, sin querer recordar que Napoleón prefirió caer en el infortunio antes que consentir en armar a las masas.

Si he escrito durante ocho años este libro, después de abandonar cien veces el trabajo, es porque consideré que era el más importante de todos los que he pretendido escribir, y porque todos mis amigos, como tú mismo, han comprendido que el valor podría triunfar ante tantas dificultades, ante tantos pormenores mezclados en este drama, doblemente terrible y tan cruelmente ensangrentado. Pero entre el número de razones que me inducen a mostrarme hoy casi temerario, figura en lugar destacado también el deseo de terminar una obra destinada a ofrecerte el fiel testimonio de mi profundo y duradero agradecimiento por un afecto que fue uno de mis mayores consuelos en el infortunio.